Elijah’s Mantle – Lamentations in praise
anagrama
nahtriheccunde
gahinneverahtunin
zehgessurklach
zunnus
text from CG Jung’s
septem sermones ad mortuos
https://es.wikipedia.org/wiki/Siete_sermones_a_los_muertos
libro completo : https://es.scribd.com/doc/21673590/Carl-Gustav-Jung-Siete-Sermones-a-Los-Muertos
Seigneur aie pitié
(Lord have mercy)
Christ aie pitié
(Christ have mercy)
christian text – french
õ satan prends pitié de ma longue misère
(o satan have mercy on my long suffering)
taken from Baudelaires ‘Litanies of satan’
Las letanías de Satán dan fin a la más breve de las secciones de Las Flores del Mal,titulada Revolte (Rebelión). La inicia La negación de San Pedro, que da cuenta del viejo problema de la teodicea y de la imposibilidad de entender (y soportar) el sufrimiento. Abel y Caín, en el medio del tríptico, invierte el papel tradicional de estos personajes, haciendo de Abel una raza vencedora de mediocres cuasi burgueses, mientras en el Caín momentáneamente derrotado late una suerte de futuro super-hombre nietzscheano. Pasemos ahora a nuestro poema.
La figura de Satán no necesita de mayores presentaciones, pero sí las concepciones antecedentes y contemporáneas de estas “letanías”. Diablos famosos los hay en centenares de libros; el primero, sin embargo, en el que paradójicamente adquiere una connotación de belleza decaída (y no grotesca, como la variante medieval, v. g., Dante), esplendor opacado por la tristeza y la muerte, “majestuoso aunque entre ruinas”, ygrandiosidad épica, es el Lucifer de The Paradise Lost, de John Milton, del cual será el verdadero protagonista más allá de su intención cristiana (la obra fue conocida en Francia en especial por la magnífica traducción en prosa realizada por Chateaubriand).
El siglo XVIII, racionalista, pierde su interés por el diablo, a no ser el satírico, no sólo en los círculos ilustrados sino en los eclesiásticos, donde se evita prácticamente hablar de él. Será el XIX el que lo resucite, entre los ingleses (William Blake, Lord Byron, Shelley) y los franceses; entre los italianos, hay un hermoso texto de Carducci, Hinno a Satana. Satán se convierte en el Gran Rechazado de hosca grandeza en contraposición con el Dios burgués, pero que puede otorgar dones a los hombres caídos a semejanza del Prometeo helénico. Se vuelve individualista, y en el caso de Baudelaire, único ser capaz de piedad por el hombre, puesto que Dios (concepto deísta) se ha vuelto inaccesible. Victor Hugo, optimista, en el poema El fin de Satán supone una reconciliación final del mal y del bien a través de la libertad, y una redención postrera del Diablo; una tesis similar en Vigny (Eloah), aunque a través del amor y no de la libertad; variantes todas estas de la vieja postura teológica de la apokatástasis de Orígenes de Alejandría (siglo IV), a saber, la vuelta de todo a Dios, incluido el Diablo, tras una serie de purificaciones que nada tienen que ver con un infierno eterno (De principiis, en especial el libro III), y que alcanzará su culminación en el siglo XX con Il Diavolo de Giovanni Papini. Esto no sucede con Baudelaire, por supuesto, que fluctúa en un ambivalente maniqueísmo. Baudelaire parte, religiosamente, de un catolicismo más retrógrado que revolucionario, el de De Maistre, cuyo pesimismo antirracionalista atraviesa toda su obra.
La imagen de Satán como bello y sabio procede tradicionalmente de la propia Biblia (que nunca le adjudica la imagen caprina, más afín con la de los sátiros de la vertiente helénica), del libro de Ezequiel 28: 11-19, donde leemos en parte: “Eras el sello de una obra maestra, / lleno de sabiduría, / acabado en belleza. / En Edén estabas, en el jardín de Dios. / Toda suerte de piedras preciosas formaban tu manto: / rubí, topacio, diamante, / crisólito, piedra de ónice, jaspe, / zafiro, malaquita, esmeralda; / en oro estaban labrados los aretes y pinjantes que llevabas, / aderezados desde el día de tu creación. / Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, / estabas en el monte santo de Dios, caminabas entre piedras de fuego / (…) / Se ha llenado tu interior de violencia y has pecado. / Y yo te he degradado del monte de Dios, / y te he eliminado, querubín protector, / de en medio de las piedras de fuego. / Tu corazón se ha pagado de tu belleza, / has corrompido tu sabiduría por causa de tu esplendor. / Yo te he precipitado en tierra, / te he expuesto como espectáculo a los reyes (…), / te he reducido a la ceniza sobre la tierra” (BJ) También véase Isaías 14. Esta belleza, dirán algunos Padres de la Iglesia, le era propia como Deuterogénito (segundo hijo), pero su envidia del Logos (el Primogénito) produjo su Caída.
Además de estas referencias, la intertextualidad más notable se da con las partes de la misa (en especial, el Kyrie y el Gloria), en franca sátira, aunque no ha faltado “satanista” que se lo haya tomado demasiado en serio.
CXX. – Les litanies de Satan
O toi, le plus savant et le plus beau des Anges,
Dieu trahi par le sort et privé de louanges,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
O Prince de l’exil, à qui l’on a fait tort,
Et qui, vaincu, toujours te redresses plus fort,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui sait tout, grand roi des choses souterraines,
Guérisseur familier des angoisses humaines,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui, même aux lépreux, aux parias maudits,
Enseignes par l’amour le goût du Paradis,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
O toi qui de la Mort, ta vieille et forte amante,
Engendras l’Espérance, – une folle charmante!
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui fais au proscrit ce regard calme et haut
Qui damne tout un peuple autour d’un échafaud.
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui sais en quels coins des terres envieuses
Le Dieu jaloux cacha les pierres précieuses
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi dont l’oeil clair connaît les profonds arsenaux
Où dort enseveli le peuple des métaux,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi dont la large main cache les précipices
Au somnambule errant au bord des édifices,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui, magiquement, assouplis les vieux os
De l’ivrogne attardé foulé par les chevaux,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui, pour consoler l’homme frêle qui souffre,
Nous appris à mêler le salpêtre et le soufre,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui poses ta marque, ô complice subtil,
Sur le front du Crésus impitoyable et vil,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Toi qui mets dans les yeux et dans le coeur des filles
Le culte de la plaie et l’amour des guenilles,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Bâton des exilés, lampe des inventeurs,
Confesseur des pendus et des conspirateurs,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Père adoptif de ceux qu’en sa noire colère
Du paradis terrestre a chassés Dieu le Père,
O Satan, prends pitié de ma longue misère!
Prière
Gloire et louage à toi, Satan, dans les hauteurs
Du Ciel, où tu régnas, et dans les profondeurs
De l’Enfer, où, vaincu, tu rêves en silence!
Fais que mon âme un jour, sous l’Arbre de Science,
Près de toi se repose, à l’heure où sur ton front
Comme un Temple nouveau ses rameaux s’épandront!
CXX. – Las letanías de Satán
¡Oh el más bello y más sabio de todos los Ángeles,
dios privado de loas, por la suerte vendido,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Oh Señor del Exilio, recargado de agravios,
y que cuando vencido, te levantas más fuerte,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que todo lo sabes, rey de lo subterráneo,
taumaturgo inmortal de angustias humanas,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que incluso a leprosos y a los parias malditos
les permites, amando, degustar el Paraíso,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que junto a la Muerte, tu más vieja amante,
la Esperanza engendraste, esa bella demente,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que das al proscrito ojos calmos y altivos
que condenan a quienes van a husmear su cadalso,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que sabes los sitios de las tierras celosas
donde un Dios envidioso guarda piedras preciosas,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú de clara mirada que conoces las vetas
donde duermen metales como en hondas mortajas,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú de mano espaciosa que al sonámbulo salvas
de caer al abismo cuando está en la cornisa,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que mágicamente haces blandos los huesos
del borracho caído bajo de los caballos,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que por consolar al que es débil y sufre
le enseñas la mezcla de nitrato y azufre,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que dejas la marca, cómplice tan sutil,
en la frente del Creso impiadoso y vil,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Tú que inspiras a putas para que rindan culto
a las úlceras, y amen los deshechos andrajos,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Bastón del exiliado, lámpara de inventores,
confesor de ahorcados y de conspiradores,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
¡Padre nuevo de aquellos que en su cólera negra
del terrestre Jardín expulsó el Dios Padre,
oh Satán, ten piedad de mi enorme miseria!
Plegaria
¡Gloria y loor, oh Satán, a ti en las alturas
de un cielo ayer tuyo, y en las profundidades
del Infierno en que sueñas, derrotado, en silencio!
¡Haz que mi alma algún día, bajo el Árbol de Ciencia,
de ti cerca repose, cuando sobre tu frente
se entrelacen sus ramas como en un Templo nuevo!