¿por qué tengo que llamar a esto arte?, no es la imposibilidad de determinar conceptualmente el contenido de las obras de arte, sino, más bien, la dificultad para entregarse, en la contemplación de esos objetos percibidos, al proceso de imaginación reflexiva y de goce estético que la forma de las obras de arte prometen y deberían poder realizar. Desde esa perspectiva, lo que se vuelve difícil es resistirse al impulso que nos lleva desdiferenciar los objetos artísticos y los objetos del conocimiento ordinario, es decir, a identificar a los cuadros de Klee con los garabatos infantiles o a los conciertos para cuerdas de Shöenberg
Origen: El arte de la verdad: la dimensión teórica de la estética de Adorno – 754.pdf