El Butoh es algo más que una modalidad de danza contemporánea, forma parte de una profunda corriente de expresión, persistente en diferentes manifestaciones del arte de todos los tiempos, allí donde se manifiesta una concepción crítica sobre el ser humano, de la estructuras sociales que el hombre construye y de su propio concepto del mundo. Y lo hace a través de una radical energía, en una intensa consciencia del propio cuerpo, que se materializa en movimiento de todos los sentidos, un “paradigma sobre el soportarse en el presente”. El artista se sitúa desde la sede de un cuerpo libre desde el cual manipula cada una de sus fibras transformándose en una forma de radiación de energía controlada.
El Butoh aúna el componente de rebelión con el de superación, rebelión que brota de un hombre posmoderno ante la barbarie de la destrucción masiva de sus semejantes, ante la amenaza del “fin de lo humano”, y una superación o liberación a través de la verdad de su propio cuerpo. Por eso el Butoh implica resistencia y respuesta radical a lo establecido en lo político, social y cultural, y para ello se sirve de elementos anti-convencionales y alternativos.
El Butoh nace en Japón a finales de los cincuenta, en un Japón de posguerra, en plena guerra fría y testigo de bombardeos sistemáticos de alfombra sobre objetivos civiles y finalmente del lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki que arrasaron el país. Semejante cicatriz convulsionó los cimientos morales de la conciencia, sin embargo también generó una sentido de lo humano ampliada y de mayor intensidad.
“Que nadie más sufra nunca como sufrimos nosotros”.
Tatsumi Hijikata habla del renacimiento de una sociedad en tránsito que debía volver a definirse tras la barbarie a la que se había visto sometida, para rescatar el sentido de la vida frente a la muerte y la destrucción:
“Una y otra vez renacemos. No es suficiente haber nacido simplemente del útero materno. Son necesarios muchos nacimientos. Renacer siempre y en cada lugar. Una y otra vez.”
Liberación de las cadenas de lo establecido para resurgir cada día en un nuevo cuerpo que dote al individuo de nuevas energías para defender la libertad frente a los convencionalismos sociales y las intimidaciones políticas.
Por eso la interpretación del Butoh, desnuda y desinteresada de todo artificio técnico no busca agradar al público sino situarlo en un territorio que provoque la exploración de las pulsiones alejada de la lógica representacional de las emociones. La negación de la representación alegórica, frente a la acción directa y la exploración de lo primigenio en el inconsciente reprimido del individuo, nos acercan a espacios concomitantes con la sexualidad y la violencia.
El Butoh rastrea los lazos entre ese inconsciente y las imágenes que surgen directamente en las acciones creando un conducto de comunicación entre el accionista y el observador a través de el efecto repulsión / identificación en acto conjuratorio de expiación.
El potencial expresivo de Butoh emana de sus vínculos con lo irracional e incomprensible, con la pulsión sexual y la pulsión tánica cuyas fuentes se encuentran en una relación íntima con la naturaleza.
Lo orgánico y sus fundamentos son estudiados en detalle para aproximarse limpiamente a la materia como “sustancia viviente” y romper con la dicotomía materialista. De alguna manera pretende crear las condiciones necesarias para el fomento de los valores básicos de la vida, la sensatez y la responsabilidad hacia nuestro entorno.
La exploración de la identidad y de sus raíces presentes en el Butoh, se realiza recogiendo las formas tradicionales del trabajo rural y el estudio de la naturaleza, según la idea de que esas formas ancestrales habían desarrollado, tras una larga evolución, un lenguaje de movimientos adaptados a la estructura corporal. Por otro lado esas fórmulas de representación orgánicas en armonía con el entorno natural ofrecían una antítesis de los modelos occidentales materialistas y mecanicistas.
Lejos del modelo occidental el cuerpo en el Butoh rechaza el ideal de belleza del bailarín de ballet de occidente, renuncia al apoyo muscular de danzante y tampoco se apoya en la fuerza física del practicante.
“El Butoh no está compuesto por algo pensado o que se pueda entender pensando; es un mundo más allá de la razón. Hay que eliminar todo, despojarse de todos los movimientos habituales; sin ellos, uno no sabe cómo va a moverse, por eso tiene que aguantar y penetrar en el mundo incomprensible. Si uno entiende algo, entonces no sirve”Kazuo Ohno.
La danza Butoh no es representativa, sino como cierta pintura abstracta debe despojarse de su contenido narrativo y estético y ser simplemente “presentación”, expresión en sí misma, no vehículo de la expresión. Por eso su interés se encuentra en lo que el cuerpo puede hacer de forma natural no de forma adquirida, entonces será posible la danza a través de cuerpos enfermos, ajados por la vejez, cualquier cuerpo será válido en la búsqueda de una expresión descarnada y honesta, individual y única, y sólo armónica si es consecuencia de la conexión entre inconsciente y memoria. El Butoh pretende generar una expresión que englobe cuerpo-mente a través de la cancelación del ego en un espacio-tiempo circular, allí donde el pasado, el presente y el futuro son uno. Memoria, pulsión presente y anhelo, cohabitan fusionados en el cuerpo a partir de la exploración de las imágenes suscitadas por el inconsciente durante la danza.
Esa indagación del inconsciente provoca que cada persona se manifieste de una forma muy diversa, en función de sus inquietudes y sus raíces culturales. Hoy, la práctica del Butoh agrupa estilos y ejecutantes considerablemente heterogéneos y lejanos de todo el mundo, y de forma semejante a la vibración en el crecimiento de un germen de soja, hablamos de un movimiento y una expresión universal.
mas en : https://es.wikipedia.org/wiki/But%C5%8D
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