CONSIDERACIONES DE POLÍTICA PÚBLICA Y CRÍTICAS A LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA
No hay duda de que los fármacos pueden salvar vidas, prolongar la vida y mejorar la calidad de vida de las personas. Al igual que la nutrición adecuada, las vacunas y medicamentos son de importancia para la salud pública. Sin embargo, en una economía de libre mercado, el acceso a fármacos seguros y eficaces (o a cualquier tipo de atención de salud) no es equitativa.
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No es de sorprender que exista tensión sustancial entre aquellos que desean considerar a los fármacos como bien social y aquellos que perciben a los medicamentos como productos de alta tecnología de una sociedad capitalista.
Los que apoyan la posición de los fármacos como bien social argumentan que el derecho constitucional a la vida debe garantizar el acceso a los fármacos y otras medidas de salud y critican a las compañías farmacéuticas y aquellos que obtienen beneficios de la producción y venta de fármacos. Los que apoyan la comercialización mencionan que sin un beneficio económico, sería difícil generar los recursos e innovación necesarios para el desarrollo de nuevos fármacos.
Los medios tienden a enfocarse en las políticas públicas con respecto a la ética de la realización de pruebas farmacológicas, la eficacia de las regulaciones gubernamentales y el conflicto de intereses de parte de los investigadores, médicos y otros que pueden obtener beneficios personales mediante el éxito de los fármacos. Además, en fechas recientes han ocurrido batallas legales con respecto a los fármacos experimentales (no aprobados por la FDA) y sobre las lesiones y muertes que son consecuencia del uso de fármacos experimentales y aprobados por la FDA. Es claro que el público tiene interés tanto en la farmacéutica como en la vigilancia de dicha industria.
En consecuencia, el desarrollo de fármacos no es solamente un proceso científico, sino que también tiene tintes políticos en los que las actitudes pueden cambiar con rapidez. Hace poco más de una década Merck fue denominada como la compañía más admirada en Estados Unidos por la revista Fortune durante siete años consecutivos, un récord que aún no ha sido superado.
Hoy en día, Johnson and Johnson es la única compañía farmacéutica en la lista de 50 compañías más admiradas, lo que probablemente refleje sus ventas de productos al consumidor, como los apósitos autoadheribles del aceite para niños, más que por el aspecto farmacéutico. En las siguientes secciones se revisan algunos de los aspectos más controversiales que rodean la invención y desarrollo de fármacos y se concederán algunas de las críticas más espectaculares que se han llevado a cabo contra la industria farmacéutica (Angell, 2004).
Lectura recomendada:
Libro completo; Caminos y horizontes farmacéuticos , Hernan Vergara Mardones.
http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/121441/LIBRO_FARMACEUTICO.pdf?sequence=1
Desconfianza de los científicos y de la industria
Aquellos que critican la industria farmacéutica con frecuencia inician desde la posición de que las personas (y animales) deben ser protegidos de la falta de escrúpulos y de la ambición de científicos y compañías farmacéuticas (Kassirer, 2005). Esto puede señalar a la desafortunada aparición de corrupción, fraude y conductas inapropiadas de científicos y ejecutivos de las industrias y de la conducta poco ética en laboratorios de universidades y consultorios de médicos comunitarios. No obstante tales problemas, el desarrollo de nuevos y mejores fármacos es bueno para las personas y para los animales. En ausencia de desarrollo farmacológico controlado por el gobierno, el sistema depende principalmente de las compañías farmacéuticas que poseen sus propios investigadores y que, al igual que otras compañías, tienen un beneficio y obligaciones con sus accionistas.
Precios y rentabilidad
El precio de los fármacos de prescripción causa gran consternación entre los consumidores, en especial porque muchas aseguradoras buscan controlar los costos al elegir no pagar ciertos productos “de patentes”. Además, unos cuantos fármacos (en particular aquellos que se utilizan para el tratamiento del cáncer) se han introducido en el comercio en años recientes a precios que exceden en gran medida el costo de investigación, fabricación y comercialización del producto. Muchos de sus productos fueron descubiertos en laboratorios gubernamentales o en laboratorios universitarios que reciben subsidios federales. Estados Unidos es el único país grande que no participa en el control de precios y en donde el precio no es tomado en consideración en el proceso de aprobación de un fármaco; en ese país, puede ser mucho más costoso un medicamento que en otras partes del mundo. El resultado es que los consumidores estadounidenses subsidian el costo de fármacos para el resto del mundo, lo que incluye a los países subdesarrollados y los ciudadanos estadounidenses están molestos con este hecho.
El proceso de desarrollo de fármacos es prolongado, costoso y el índice de riesgo es elevado . Sólo una pequeña fracción de compuestos que entran en la línea de desarrollo se comercializan como agentes terapéuticos.
En consecuencia, los fármacos deben tener un costo que permita recuperar los costos sustanciales de la invención y desarrollo y cimentar los esfuerzos de comercialización necesarios para la introducción de nuevos productos a los médicos y pacientes.
Sin embargo, el costo de los sistemas de salud estadounidenses continúan incrementándose a paso alarmante y los fármacos de prescripción constituyen casi 10% de los costos totales de atención sanitaria (Kaiser Family Foundation, 2009) y una fracción significativa de este costo de medicamentos proviene de fármacos genéricos de bajo precio. Aunque el incremento en los precios es significativo en ciertas clases de fármacos (p. ej., antineoplásicos), el precio total de los fármacos prescritos crece a una tasa más lenta que otros costos sanitarios. Las reducciones drásticas en el precio de los fármacos limitaría en gran medida la invención de nuevos fármacos y disminuiría el presupuesto general en salud en unos cuantos puntos porcentuales.
¿Los márgenes de ganancia son excesivos para las principales compañías farmacéuticas?
No existe una respuesta objetiva a esta pregunta. Las respuestas pragmáticas provienen del mercado y de las estadísticas de supervivencia de compañías. Un sistema de libre mercado indica que la recompensa debe ser mayor para un campo que tiene mayor riesgo y la recompensa debe ser más elevada para aquellos que aceptan el riesgo. La industria farmacéutica es claramente un campo de alto riesgo. Los costos de llevar al mercado los productos son enormes; la tasa de éxito es baja (lo que explica gran parte del costo); la protección efectiva de la patente es de sólo una década (véase la sección “Propiedad intelectual y patentes” más adelante en este capítulo), lo que requiere que cada compañía se reinvente por completo en ciclos de 10 años (que es casi igual a la permanencia de un director general o vicepresidente ejecutivo de investigación y desarrollo); las regulaciones son estrictas y la posibilidad de litigios contra el producto es elevada incluso después de que el producto ha sido aprobado y allegado al comercio; la competencia es feroz.
La razón del precio de las acciones de una empresa en comparación con la ganancia anual por acción se denomina razón de precio/ganancia (P/E) y es una medición de las predicciones del mercado de acciones con respecto a los prospectos de la compañía.
Hace una década, las acciones de las compañías farmacéuticas tenían un precio promedio de 20% de premio en el mercado; hoy en día se venden con descuentos de 34%, lo que constituye un cambio notable. Hace una o dos décadas, las industrias farmacéuticas estaban notablemente fragmentadas y los grandes competidores constituían sólo una proporción pequeña del mercado total. Las fusiones y adquisiciones continúan estrechando el campo. Por ejemplo, Hoechst AG, Roussel Uclaf, y Marion Merrell Dow más Rhone-Poulenc se transformaron en Aventis, que más tarde se fusionó con Sanofi-Synthélabo para dar origen a Sanofi-Aventis. El gigante Pfizer representa la consolidación de Warner Lambert, Park Davis, Searle, Monsanto, Pharmacia, Upjohn y Agouron, entre otros. La adquisición Wyeth por Pfizer continúa pendiente; Wyeth es el resultado de la consolidación de American Home Products, American Cyanamid, Ayerst, A. H. Robbins, Ives Laboratories y Genetics Institute. El mundo de la industria farmacéutica se está reduciendo.
¿Quién paga?
El sistema de salud en Estados Unidos se basa en una mezcla de pagadores privados y programas gubernamentales. El costo de los fármacos de prescripción depende de los consumidores, aseguradores privados y programas de aseguramiento público como Medicare, Medicaid, y el State Children’s Health Insurance Program (SCHIP). Las compañías aseguradoras privadas han fomentado iniciativas recientes para que los minoristas y las farmacias por correo ofrezcan incentivos al consumidor para que adquieran fármacos genéricos que ayudan a contener la proporción de gastos domésticos en fármacos; sin embargo, más de una tercera parte del costo total de los fármacos en Estados Unidos son pagados con fondos públicos, es decir con dinero proveniente de los impuestos.
El sistema de salud en Estados Unidos es más costoso que en cualquier otra parte, pero no es tangiblemente mejor, en promedio, que en otras partes del mundo. Sin embargo, Estados Unidos es considerablemente más diverso desde el punto de vista socioeconómico que muchos de los países con los cuales se realizan las comparaciones. Casi 45 millones de estadounidenses no tienen seguro y buscan atención médica en las salas de urgencia. Los remedios caseros son tema de complejos debates médicos, de salud pública, económicos y políticos. Las soluciones a este problema real deben reconocerse de la necesidad de crear formas eficaces para incentivar la innovación y permitir, identificar y recompensar los cuidados médicos compasivos.